LA JUVENTUD HA IDO SALVAJE

La sala de juegos siempre y en todo momento se ha alineado con la industria de entretenimiento que funciona con monedas y, desde el nacimiento de la máquina arcade, con la juventud. Por definición, una "sala de juegos arcade" es un sitio que alberga máquinas que funcionan con monedas, y durante la primera mitad del siglo veinte, eso significaba pinball. El primer juego triunfante de monedas fue llamado Baffle Ball, creado por David Gottlieb en mil novecientos treinta y uno. Gottlieb and Co. se creó en 1927 en Chicago, donde se fundaron la mayoría de las grandes empresas de entretenimiento: ABT Manufacturing se creó allí en mil novecientos veinticuatro, Bally en mil novecientos treinta y dos, Williams en 1943 y Midway en 1958. Bally y otros originalmente hicieron una gran parte de su dinero fabricando máquinas tragamonedas. La industria de entretenimientos que marcha con monedas, que desarrolló máquinas de discos, máquinas de pinball, máquinas tragamonedas, máquinas de chicles y más tarde gabinetes de videojuegos, tenía sus raíces en el juego, una industria controvertida en los U.S.A.. La mayoría de los estados tenían leyes contra los juegos de azar o bien estaban muy regulados, pero las compañías de tragamonedas de forma rápida encontraron formas de eludir las prohibiciones. Las máquinas Gumball, por ejemplo, se utilizaron para eludir las leyes estatales de juego contra las máquinas de pago en efectivo al ofrecer chicle como premio, lo que produjo una desconfianza extendida y prolongada de las máquinas expendedoras por parte de los presuntos reguladores. Desde el principio, las máquinas de pinball fueron un tema de debate municipal que viraba en torno a una pregunta principal: si las máquinas de pinball eran o no "juegos de azar", lo que por definición quería decir que eran dispositivos de juego. Ya en 1934, los operadores, los fabricantes de juegos y los distribuidores arguyeron, en la mayor parte de los casos sin éxito, que el pinball era un juego de habilidad y que no estaba inevitablemente conectado con el juego. Naturalmente, era cierto que ciertas primeras máquinas de pinball elaboradas por compañías como Bally y Williams ofrecían un pago en efectivo y asimismo que las primeras máquinas, que carecían de parachoques y aletas, eran en buena medida actividades basadas en la suerte. Los pagos en efectivo se abandonaron velozmente cuando quedó claro que el pinball y el juego no eran una combinación cómoda (o bien legal).

El primer ataque legal completo y altamente publicitado contra el pinball se produjo el veintiuno de enero de 1942, cuando el alcalde de Nueva York, Fiorello LaGuardia, prohibió el pinball en la urbe, ordenando la incautación de miles de máquinas. La prohibición, que permanecería vigente hasta 1976, fue la culminación de los esfuerzos legales que se iniciaron mucho antes y que se podían hallar en los bolsillos municipales de todo el país. LaGuardia, sin embargo, fue el primero en hacer el trabajo a gran escala. Un nativo de Nueva York de ascendencia mitad italiana y mitad judía, LaGuardia despreciaba la corrupción en sus formas, y la imagen del gángster italiano estereotipado era una que resentía. Durante su larga y popular permanencia como regidor de la ciudad de Nueva York, cerró burdeles, reunió máquinas tragamonedas, detuvo a los pandilleros por cualquier cargo que pudo encontrar y prohibió el pinball. Para los LaGuardia, un tanto puritanos, los empujadores de máquinas de pinball eran "tripulaciones lodosas de hojalateros, bien maquinas recreativas vestidos y viviendo de mucho lujo en centavos" y el juego era parte de una "locura" más extensa por el juego. Ordenó a la policía de la urbe que hiciese la Prohibición Las redadas de pinball al estilo y las incautaciones son su "máxima prioridad", y se fotografió con un martillo, aplastando triunfalmente a las máquinas requisadas. El primer día de la prohibición, la policía de la ciudad confiscó más de dos con cero máquinas de pinball y emitió prácticamente uno con quinientos citaciones. A N. York El artículo del Times del 23 de enero de mil novecientos cuarenta y dos notificó a los lectores que los "adornos brillantes de dos con cero máquinas" habían sido desposeídos y enviados a las fábricas de municiones del país para contribuir al esmero de guerra.